Audición comentada – Imágenes para Orquesta, de Claude Debussy

Una nueva Audición Comentada

De nuevo nos adentramos en el Impresionismo Musical con la obra que hoy nos ocupa en nuestras Audiciones Comentadas: Imágenes para Orquesta, de Debussy.

Claude Debussy fue un compositor francés de finales del siglo XIX y principios del XX. Considerado como uno de los más grandes compositores franceses, es también el impulsor del movimiento musical llamado Impresionismo.

No es casualidad que Debussy adaptara de cierta manera las técnicas pictóricas a la música, pues desde niño sintió gran atracción por la pintura, declarando en varias ocasiones que quería ser pintor. Cuando con nueve años de edad una famosa pianista descubre sus increíbles cualidades musicales su futuro queda marcado dirigiendo su educación hacia la música.

Una de las personas de las que recibió apoyo fue Nadeja von Meck, nombre que nos suena por ser la mecenas que ayudó a Tchaikowsky y que marcó gran parte de su vida.

Audición comentada   Imágenes para Orquesta, de Claude Debussy | Toda la Música

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La afición de Debussy por la pintura hizo que este se acercara a los movimientos artísticos de su época, influyendo en sus composiciones hasta el punto de que su música empezó a llamarse “impresionista”.

Este nombre nunca fue del agrado de Debussy, pero finalmente se acabó imponiendo dando lugar a todo un movimiento musical, definiendo un tipo de composiciones que tratan de hacernos evocar una determinada atmósfera mediante el empleo de “pinceladas” musicales como por ejemplo ecos de sonidos naturales, ritmos característicos de danzas, fragmentos de melodías, etc…

Images pour orchestre, traducido como Imágenes para orquesta es una composición para orquesta en tres secciones de Claude Debussy, escrita entre los años 1905 y 1912.

Debussy originalmente planeó este conjunto de Imágenes como una secuela para dos pianos de la primera serie de Imágenes para piano solo, tal y como explica en una carta a su editor Durand en septiembre de 1905. Sin embargo, en marzo de 1906, en otra carta a Durand, había comenzado a pensar en organizar la obra para orquesta, en lugar de dos pianos.

La composición de la pieza orquestal Imágenes ocupó a Claude Debussy desde 1906 hasta 1912 y se estructura en tres secciones: Gigues, Ibéria y Rondes de printemps.

Las imágenes fueron concebidas como piezas para piano a cuatro manos o para dos pianos. Originariamente Debussy las consideró piezas separadas. Hay escasa interrelación literal entre ellas y, de hecho, a menudo se las interpreta por separado.

Iberia -en sí misma una composición de tres movimientos- frecuentemente se escucha sola, en tanto que Gigas y Rondas de Primavera se ejecutan con menor frecuencia. El orden que Debussy estableció para su ejecución no es el orden de la composición.

Con frecuencia, el compositor es designado como músico impresionista, aunque él deploraba el término. En Imágenes, escribió, estaba «tratando de lograr algo diferente, un efecto de realidad». Este efecto era, explicó, «lo que algunos imbéciles llaman ‘impresionismo’, un término que está completamente mal aplicado, especialmente por los críticos».

No obstante, el término ha seguido siendo una etiqueta conveniente para gran parte de la música de Debussy, en la que este no intenta crear equivalentes musicales de escenas o de relatos, como en la música de programa del siglo XIX, sino más bien poner en música sus impresiones de estímulos visuales.

Escucharemos esta obra mientras con la ayuda de Yrene Echeverría, violinista profesional y divulgadora musical, nos adentramos en los recursos musicales que emplea el compositor y analizaremos algunos aspectos que nos ayudarán a entender mejor la música.

El lenguaje empleado en estas explicaciones es siempre sencillo y ameno, siendo muy fácil entender las explicaciones de Yrene, ya que no contienen tecnicismos ni hace falta saber música para comprenderlas.

Lo cierto es que, después de pasar por una de nuestras sesiones de Audiciones Comentadas, la música ya nunca nos sonará igual, aprenderemos a entenderla y a disfrutarla y apreciaremos detalles que hasta entonces nos pasaban desapercibidos.

Con estas sesiones pretendemos acercar la música a todo el mundo, de forma que si te apasiona la música clásica sentirás que están pensadas especialmente para ti, ayudándote a disfrutarla de una forma diferente, pero si no eres un gran aficionado y quieres descubrirla y entenderla un poco mejor, también encontrarás en nuestras clases un montón de razones para disfrutarla.

Sobre Claude Debussy

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(Claude Achille Debussy; St. Germain-en-Laye, 1862 – París, 1918) Compositor francés. Iniciador y máximo representante del llamado impresionismo musical, sus innovaciones armónicas abrieron el camino a las nuevas tendencias musicales del siglo XX.

Ya en su niñez había iniciado el estudio del plano en su hogar; sin embargo, no pensaba entonces en la carrera musical. Fue una antigua discípula de Chopin, la señora Manté de Fleurville, quien intuyó la vocación del muchacho e indujo a sus familiares a cultivarla. De esta forma, Debussy ingresó en 1873 en el Conservatorio de París; allí tuvo por maestros, entre otros, a Lavignac, a Marmontel y, en composición, a Ernest Guiraud.

Grato paréntesis en sus estudios fue, en el verano de 1880, su empleo de acompañante como pianista de cámara y profesor de piano de los hijos de una rica dama rusa, Nadesda von Meck, protectora de Chaikovski y fanática de su música, en sus viajes a través de la Francia meridional, Suiza e Italia. Esto le permitió conocer a Wagner. Debussy vio renovado el empleo en los veranos siguientes, posiblemente hasta 1884, y entonces visitó Moscú, donde pudo establecer cierto contacto con la música del «grupo de los Cinco».

En el Conservatorio había adquirido fama de músico revolucionario; sin embargo, en 1884 logró el «Prix de Rome» con la cantata El hijo pródigo, que presenta al joven compositor aún envuelto en la amable sensualidad melódica propia del gusto de Massenet, pero también capaz de esbozar un aria perfecta en su género, como la de Lía.

Los tres años pasados en Villa Médicis resultaron enojosos para el joven Debussy, que no sentía inclinación alguna por el clasicismo romano y con gran amargura echaba de menos París y su vida intelectual, inquieta y moderna.

De Roma se trajo la cantata La Demoiselle élue (1887-88, La damisela bienaventurada), sobre un texto de Dante Gabriel Rossetti y de un gusto prerafaelista muy propio de la época; todavía arrastrado por un sentimentalismo hijo del siglo XIX, y musicalmente situado entre Massenet y Chaikovski, Debussy buscaba a tientas la salida hacia una nueva concepción artística y cayó, como era natural, en el wagnerismo.

Más bien que de experiencias musicales (entre ellas contaron singularmente las llevadas a cabo en Rusia y el descubrimiento del canto gregoriano y de melodías exóticas africanas y javanesas, presentadas en la Exposición Universal de París), la liberación le vino de literatos y pintores: la amistad de poetas simbolistas y parnasianos, dominados por la figura de Mallarmé, y el ejemplo de renovación de la pintura impresionista fueron las fuerzas determinantes que impulsaron al compositor hacia un camino artístico original.

Las obras líricas para canto y piano son las composiciones que permiten seguir mejor la evolución lógica del artista desde un formalismo melódico de gusto un tanto aburguesado hasta la creación de una prosa poética intensamente evocadora; así, Arietas olvidadas (1888), Cinco poemas de Baudelaire (1890), Fêtes galantes (1892 y 1904), Prosas líricas (1893) y Tres canciones de Bilitis (1898).

De tal forma se forjó el nuevo lenguaje musical y dramático que le permitió aportar una solución personal al problema de la ópera con Pelléas et Mélisande, sobre texto de Maurice Maeterlinck y representada en la Opéra-Comique el 30 de abril de 1902 (su composición había durado diez años); el éxito fue muy discutido y sólo con gran lentitud la ópera llegó a conquistar el puesto que le correspondía en la historia de la música, como etapa básica en el desarrollo del teatro musical.

En una segunda etapa, alcanza el primer plano de la producción de Debussy la música instrumental. De las posiciones de elegancia un tanto formalista propias de los dos Arabesque (1888) y de la Suite bergamasque (1890), para piano, así como del Cuarteto (1893) y del Preludio a la «Siesta de un fauno», de 1892, el compositor llegó, sobre todo en el ámbito pianístico, a la creación de un impresionismo musical que llevó a las últimas consecuencias la disolución de las formas clásicas realizada por el romanticismo y, al mismo tiempo, abrió las puertas al futuro. Con ello se produjo el tránsito del momentáneo clasicismo de Para el piano (1901) a la libertad impresionista de Estampas (1903), de L’isle joyeuse (1904) y de las dos colecciones de Imágenes (1905 y 1907).

A la engañosa facilidad de El rincón de los niños (1908), obra abierta a sugerencias y temas de la vida actual, a pesar de su tema infantil, siguió, con los dos tomos de los Preludios (1910 y 1913), el equilibrio definitivo de la composición moderna para piano.

La devolución a la música del sentido de la precisión fónica, o sea la conversión de la pieza instrumental en un consistente objeto sonoro donde se cobijan los eventuales valores expresivos sin menoscabo de su solidez, permite considerar realmente a Debussy como el iniciador de las tendencias musicales de la actualidad: en la estela de Estampas se desarrolla el florecimiento de las modernas obras de piano, con Ravel, Bartók, Schoenberg y Prokofiev.

En oposición a la perfección alcanzada en el lenguaje pianístico hay que reconocer, posiblemente, una menor seguridad en la evolución comunicada por el compositor al impresionismo orquestal, y ello a pesar del pomposo interés por la fantasía en el timbre y por la sensualidad sonora manifestados en los poemas sinfónicos; en realidad, ni El mar (1905) ni Imágenes (1909), para orquesta, renuevan por completo la equilibrada concisión de los tres Nocturnos (1899).

Hacia 1910 cabe situar la aparición en el arte del músico de una nueva orientación clasicista y arcaizante que tiende a reaccionar contra la dispersión impalpable del impresionismo en el ambiente, manifestada en la restauración de una necesidad de precisión fónica e incluso formal cada vez más consciente.

En un decidido salto por encima de los últimos siglos, Debussy buscó en el XVI y en el XVII los orígenes culturales del arte y del gusto franceses; la Primera Guerra Mundial acabaría de fortalecer en el músico un proceso ya iniciado de enlace con las tradiciones de la civilización nacional.

En el segundo cuaderno de las Fêtes galantes habían aparecido ya formas melódicas arcaizantes; asimismo, algunos textos de antiguos poetas franceses pasan a ocupar el lugar de los versos de los simbolistas y parnasianos predilectos en Tres canciones de Francia (1904), Tres baladas de François Villon (1910) y Tres canciones de Charles d’Orléans (1908), para coro polifónico y abiertamente inspiradas en los modos de la antigua canción típica de Francia.

La renacida voluntad de clasicismo y de reconstitución formal se manifestó claramente en el proyecto de seis Sonatas para varios instrumentos diversamente agrupados, idea surgida en el curso de la Guerra Mundial y que el artista sólo pudo llevar a cabo en su mitad, con la audaz Sonata para violoncelo y piano (1915), la Sonata para flauta, arpa y viola (1915), y la Sonata para violín y piano, que ha alcanzado gran popularidad.

Sin embargo, el principal monumento de esta última fase del arte de Debussy, tan abierta hacia las perspectivas artísticas del futuro, sigue siendo una obra maestra todavía mal apreciada, la partitura de El martirio de San Sebastián (1911), donde la elevación de los valores musicales aparece algo menoscabada por el artificioso rebuscamiento del texto de Gabriele D’Annunzio y, sobre todo, por el carácter híbrido del espectáculo escénico, ni ópera ni ballet, sino mescolanza de recitación y canto destinada a la interpretación de Rubinstein.

Fuente
Ruiza, M., Fernández, T. y Tamaro, E. (2004). Biografia de Claude Debussy.
En Biografías y Vidas. La enciclopedia biográfica en línea. Barcelona (España).

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Escucha esta obra

Debussy : Images pour orchestre (Orchestre national de France / Emmanuel Krivine)

Lunes 22 de enero de 20:30 a 21:30

Horario habitual de actividades: Todos los lunes de 20:30 a 21:30.
Lugar: Escuela de Música Soto Mesa Sta Cruz de Marcenado, 1, Madrid. Metro San Bernardo (L2-L4).
Precio: Individual 10€, bono de cinco audiciones 30€. Estas últimas, con una validez de un curso escolar.

Podrás ver y escuchar esta audición comentada de 20:30 a 21:30 en  La Escuela de Música Soto Mesa . c/ Sta Cruz de Marcenado, 1, Madrid. Metro San Bernardo (L2-L4).

La primera actividad es gratuita, excepto los conciertos.
Reserva tu plaza en el 91 593 48 55 o escribiéndonos a secretaria@sotomesa.com.

 

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