Teatro Real celebra el Día de la Música con el Ciclo de Cuartetos de Cuerdas, con las más prestigiosas instituciones culturales

El Museo Nacional del Prado, el Museo Nacional Thyssen-Bornemisza y la Biblioteca Nacional de España son las tres instituciones que acogerán a partir del próximo 22 de noviembre el Ciclo de Cuartetos de Cuerdas que ha organizado el Teatro Real en paralelo a su programación operística.

El primero de los conciertos, coincidiendo con el Día de Santa Cecilia, tendrá lugar el 22 de noviembre a las 21:00 horas, en la evocadora Sala de Musas del Museo del Prado; y el segundo, el 23 de noviembre a las 20:00 horas, será en la Sala de Orquesta del Teatro Real.

El protagonista será el Cuarteto Meccore, que ha elaborado su programa en torno a Halka, de Stanisław Moniuszko, estrenada la semana pasada en el Teatro Real.

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La música de los dos primeros recitales estará compuesta por el Cuarteto de cuerda núm. 2, op. 56, de K. Szymanowski; el Cuarteto de cuerda núm. 3, Hojas de un diario no escrito, de K. Penderecki, y el Cuarteto de cuerda de W. Lutosławski (ver notas abajo).

Creado en 2007, el Meccore es uno de los cuartetos de cuerda más importantes de la actualidad, con actuaciones en prestigiosas salas de todo el mundo e importantes premios y reconocimientos en el ámbito de la música de cámara.

El cuarteto fue tutelado, en sus comienzos, por los miembros del Cuarteto Camerata. Posteriormente estudiaron con el Cuarteto Artemis en la Universität der Künste de Berlín y en la Queen Elisabeth Music Chapel de Bruselas, perfeccionándose con Günter Pichler (Cuarteto Alban Berg) en la Escuela Superior de Música Reina Sofía de Madrid.

Con el apoyo de la fundación Irene Steels-Wilsing Stiftung, el cuarteto publicó su primer CD, así como su segundo disco, que recibió el Supersonic Award de la revista de música clásica Pizzicato y obtuvo dos nominaciones al premio de música Fryderyk 2016 de la Sociedad Polaca de la Industria Fonográfica.

Su tercer álbum, con cuartetos de cuerda de Edvard Grieg, recibió numerosas distinciones junto con nominaciones al premio Fryderyk 2018 y al Preis der Deutschen Schallplattenkritik. El último CD, con Cuartetos de cuerda y el Sexteto Souvenir de Florence, de Pyotr Ilyich Tchaikovsky, en el que participan Isabel Charisius y Valentin Erben del Cuarteto Alban Berg, ha sido elogiado por la crítica y ha recibido el Pizzicato Supersonic Award.

Paralelamente a su actividad concertista, el Cuarteto de Cuerda Meccore fue anfitrión de siete ediciones del Festival Internacional de Música de Cámara Quarto Mondi de Polonia, programando a los mejores músicos y conjuntos instrumentales de la escena internacional.

Los miembros del Cuarteto tienen una intensa actividad pedagógica, impartiendo clases de música de cámara e instrumental en la Universidad de Música Fryderyk Chopin de Varsovia, en la Academia de Música Ignacy Jan Paderewski de Poznan y en la Academia de Música Krzysztof Penderecki de Cracovia.

El cuarteto se paró en Polonia

Luis Gago

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Karol Szymanowski depositó firmemente a la música polaca en el siglo xx; Witold Lutosławski la situó de lleno en el primer plano de la mejor y más admirada vanguardia europea; y Krzysztof Penderecki realizó al final de su vida una suerte de viaje de vuelta, estrictamente personal, desandando parte de su propio camino y devolviendo a la música de su país algunas de las esencias melódicas y armónicas de antaño.

El repertorio de este concierto podría verse, por tanto, como dos grandes reguladores del tipo de los que encontramos con frecuencia en las partituras o, si preferimos expresarlo en términos vocales más propios de un teatro de ópera, lo que en la técnica de canto italiana de los siglos xvii y xviii se llamó messa di voce: un prolongado crescendo que, tras alcanzar su clímax, se ve seguido de un decrescendo, en el caso de esta tarde más conciso y ambiguo.

Los aficionados con buena memoria recordarán sin duda el estreno en Madrid en 2011, en el Teatro Real, de Rey Roger, una ópera injustamente preterida y cuyo estreno en Varsovia en 1926 se produjo justo cuando Karol Szymanowski estaba trabajando en su segundo cuarteto de cuerda, ya sin tonalidad nominal: el primero, una década anterior, declaraba estar aún en Do mayor.

En su op. 56 se mezclan sus características armonías posimpresionistas, elementos folclóricos (la obra se gestó en la colonia de artistas de Zakopane, en los montes Tatra) y guiños neoclásicos muy de la época, especialmente claros en la combinación de forma sonata, variación y doble fuga del extraordinario Lento final.

El único Cuarteto que compuso Witold Lutosławski confiere una gran libertad a sus intérpretes para coordinar unas partes individuales que en la partitura no se encuentran sincronizadas como suele ser la norma: una suerte de aleatoriedad restringida a los aspectos rítmicos. El propio compositor definió su obra como “una secuencia de móviles […] que han de tocarse uno detrás de otro, sin ninguna pausa de no haber otra indicación.

Dentro de ciertos marcos temporales, los instrumentistas individuales tocan sus partes independientemente unos de otros. Tienen que decidir por separado sobre la duración de las pausas y sobre el modo de tratar ritenuti y accelerandi”. Líneas punteadas verticales indican dónde han de empezar a tocar juntos de nuevo unos músicos obligados más que nunca a comunicarse.

Era legendaria la facilidad para componer de Krzysztof Penderecki, lo que se tradujo en un catálogo extensísimo. En sus últimos años abandonó toda experimentación para entroncarse en la gran tradición previa a la vanguardia.

Su Cuarteto de cuerda núm. 3, el más sustancial de los cuatro que compuso, marca claramente este punto de inflexión, confiere un protagonismo inhabitual a la viola y acusa también las influencias del folclore de su país, sobre todo el recuerdo de una melodía que su padre le tocaba cuando era niño.

Él no dejó pistas del porqué de su subtítulo, Hojas de un diario no escrito, pero todo apunta a conexiones autobiográficas, que conviven con una suerte de compendio de la historia del género camerístico por antonomasia.

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