El Liceu acoge «Alcina» de Händel en versión concierto interpretada por Les Musiciens du Louvre

Publicado en TLM

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Alcina fue el segundo estreno de Händel durante la temporada de ópera de 1735 en Londres, y una de las creaciones más especiales porque combina una historia mágica con arias de gran dificultad.

El Gran Teatre del Liceu acoge este 17 de febrero una de las obras más destacadas de HändelAlcina. La ópera se representará en versión concierto y estará dirigida por Marc Minkowski, director francés y auténtico especialista handeliano. Minkowski estará acompañado por un bouquet extraordinario de solistas y al frente de su formación, Les Musiciens du Louvre.

Viernes 17 de febrero a las 19:00 hs | Gran Teatre del Liceu

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Alcina fue el segundo estreno de Händel durante la temporada de ópera de 1735 en Londres, y una de sus mayores creaciones en una época en la que el público empezaba a desear cosas nuevas. Su secreto fue combinar una historia mágica con arias de gran dificultad.

A partir del poema épico Orlando furioso de Ludovico AriostoHändel escribió una de sus óperas más populares e inspiradas. Llena de fantasía e ingenio melódico, Il caro Sassone se convirtió —junto a Orlando y Ariodante— en una de sus obras más redondas.

Estrenada en el Covent Garden de Londres en 1735, Alcina presenta una historia llena de ecos homéricos donde el magnífico personaje de la maga traicionada atrae a los héroes a su isla para seducirlos y olvidar la propia tierra. Dos de ellos son Ruggiero y Bradamante que luchan desesperadamente por liberarse de la bruja maligna. Trufada de las páginas vocales más bellas de su producción, Alcina, en su estreno inglés, contó con cantantes tan importantes como Carestini y Negri.

El argumento

Alcina cuenta la historia de un rescate en un lugar mágico: Bradamante, que es una dama guerrera, busca a su amado Ruggiero en una isla donde manda una bruja misteriosa llamada Alcina. Bradamante llega a la isla sin tener la certeza de que Ruggiero esté ahí pero para no despertar sospechas se hace pasar por un hombre llamado Ricciardo.

Nada más llegar, acompañada por su tutor Melisso, Bradamante se encuentra con Morgana, la bruja hermana de Alcina. Creyendo que es un hombre, Morgana se enamora de Ricciardo y le acompaña hasta el palacio de Alcina.

Allí descubre que Ruggiero está bajo un hechizo que no le permite recordar su pasado. Al comienzo de la ópera hay varios enredos –Bradamante, bajo la apariencia de Ricciardo, intenta seducir a Alcina, Alcina se encapricha, pero finalmente optará por Ruggiero.

Al mismo tiempo se descubre que Alcina se libra de los hombres que ya no ama convirtiéndolos en animales o plantas–. Todo ello conduce de forma natural al desenlace: Bradamante desencantará a su amado y descubrirán que el poder de Alcina está dentro de una urna mágica; si destruyen la urna, pueden huir de la isla. Y esto es lo que hacen.

Händel escribió sus óperas para algunos de los cantantes más reputados de su tiempo. Esto significa que no hay ningún momento fácil o vulgar en la partitura de Alcina, sino todo lo contrario: durante la creación de la ópera Händel liberó todo su potencial, por lo que una representación sólo puede ser óptima si cae en manos de un equipo de cantantes de primer nivel y en la plenitud de sus facultades.

De eso se ha encargado el maestro francés Marc Minkowski, que no solo dirigirá a su propia agrupación orquestal, los prestigiosos Les Musiciens du Louvre –actualmente con base en Grenoble–, sino que coordinará a un elenco liderado por una de las mezzosopranos más prestigiosas de nuestro siglo en el espacio de la ópera barroca, la checa Magdalena Kožená.

Ella defenderá el papel de Alcina junto a tres voces femeninas que le acompañarán en los papeles que Händel escribió originalmente para mujer o castrado: la soprano Erin Morley asumirá el papel de Morgana, la mezzo Anna Bonitatibus será Ruggiero y la también mezzosoprano Elizabeth DeShong tendrá el papel de la enamorada Bradamante.

Con ellas, en los dos papeles menores de la ópera, estará el bajo Alex Rosen como Melisso y el tenor Valerio Contaldo en el papel de Oronte, uno de los caballeros encantados que vagan por la isla de Alcina. Este equipo, por tanto, reúne todas las características necesarias para que brille esta ópera de madurez de Händel. Además, contará con la garantía de Marc Minkowski y su rigor musicológico y la competencia de este extraordinario elenco, Alcina brillará como la obra maestra que es.

Momentos musicales clave

Les Musiciens du Louvre con Marc Minkowski durante un ensayo.

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Acto I, Morgana

Tornami a vagheggiar

Alcina le dice a su hermana Morgana que está pensando convertir a Ricciardo –es decir, Bradamante– en un animal. Morgana, que se ha enamorado de Bradamante, le avisa del peligro y le recomienda que huya de la isla, pero Bradamante se niega porque es donde está la persona que ama.

Morgana entiende equivocadamente que se refiere, y canta un aria de coloratura de gran elegancia y melódicamente impecable en la que expresa su felicidad por creer, erróneamente, que ha sido correspondida en el amor. Así concluye el primer acto con un toque de genialidad incomparable.

Acto II, Bradamant

«Vorrei vendre’m del perfido cor»

Bradamante se muestra delante de Ruggiero como su amada, pero él rechaza la imagen: cree que es una ilusión creada por la magia de Alcina.

Esta aria es una de las más exigentes jamás escritas por Händel, ya que obliga a la mezzosoprano a enredarse en un complejo trabalenguas que hay que resolver a toda velocidad en la primera sección y en la tercera, en la forma da capo.

La segunda parte del aria es mucho más lenta y reposada, un oasis antes de que se vuelva a desencadenar la tormenta vocal, y que se ha convertido en uno de los principales tour de force del repertorio handeliano.

Acto II, Ruggiero

Verdi prati

Cuando Ruggiero es liberado de su hechizo y descubre la realidad de la isla de Alcina, que no es el paraíso que creía en su alucinación, sino un desierto habitado por animales y plantas monstruosas, entona una canción de añoranza dedicada a la frondosidad y la amenidad de la naturaleza que había en su sueño.

El aria está a la altura de los mejores errantes de Händel: una melodía sencilla que se desarrolla con paciencia y permite al cantante –originalmente un castrado, actualmente una mezzosoprano o un contratenor contralto– tener espacio para reforzar el dramatismo de la situación.

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