El Teatro Colón de Buenos Aires incorpora a su archivo histórico la ópera La Fiamma de Ottorino Respighi

La fiamma – 1987

La ópera de Ottorino Respighi La fiamma se representó solo dos veces en la historia del Teatro Colón. La primera fue su estreno americano en 1934, y fue dirigida por el propio compositor italiano. La segunda fue en agosto de 1987 y hoy puede escucharla completa #EnCasa.

El archivo sonoro del Teatro Colón suscita una fascinación particular, no sólo por los obvios motivos centrados en la riqueza histórica de la institución, sino porque se encuentran grabaciones de títulos inusuales en el repertorio lírico.

Este es el caso de La fiamma, ópera en tres actos que su autor, Ottorino Respighi, dirigió en nuestro escenario en carácter de estreno continental en 1934. No era la primera vez. El maestro oriundo de Bologna había debutado en Argentina en 1929 para estrenar y dirigir otra de sus óperas: La campana sommersa.

Respighi es un compositor particular dentro de la historia de la música italiana. Su obra instrumental, especialmente su repertorio sinfónico, suscitó interés entre los melómanos y fue un éxito bajo la batuta de Arturo Toscanini. Respighi era un ávido investigador, ocupación que lo llevó a viajar por el mundo.

Llegó a ser alumno del compositor ruso Rimsky-Kórsakov y tuvo diversos intereses musicales, incluso incursionó en el impresionismo atraído por la estética de Debussy.

Si bien no fue un prolífico compositor de ópera, el público recibió con agrado sus obras dentro de este género. Incluso fueron representadas en los teatros más importantes del mundo con Intérpretes de altísima calidad artística.

Pero ya sea por la carga que la misma historia de la ópera italiana les imponían, o los rumbos que tomó la música durante el siglo XX, la realidad es que sus óperas no fueron representadas con asiduidad.

Ir arriba

Algunas escenas

El Teatro Colón de Buenos Aires incorpora a su archivo histórico la ópera La Fiamma de Ottorino Respighi — Acto III – La fiamma – 1987

Es interesante rastrear los inicios de esta ópera, ya que está arraigada en intereses muy particulares del compositor: por un lado encontramos rastros de su gran admiración por los mosaicos bizantinos de Rávena, por otro percibimos su devoción por la música del pasado (particularmente de Monteverdi para atrás).

Respighi trabajó junto al libretista Claudio Guastalia para encontrar una historia que sea digna de un drama lírico y que, a la vez, le de la libertad de reflejar sus gustos.

Sus expectativas se vieron colmadas con el libro Anne Pedersdotter, la bruja del escritor noruego Hans Wiers-Jenssen, sobre la que hicieron una adaptación libre.

La historia se desarrolla en el siglo VII en el Exarcado de Rávena. Silvana, flamante segunda esposa del Exarca, cae bajo la maldición de su propia madre, una hechicera condenada a morir sin que su hija pueda hacer nada para salvarla. Silvana se enamora de su hijastro como fruto de esa maldición. Este amor prohibido es una llama que desata una tragedia cargada de hechicería, odio y muerte.

Ir arriba

Sobre la música

En esta ópera se puede percibir con precisión cuáles eran los rasgos musicales particulares de Respighi como compositor. Por un lado se descubren referencias al canto gregoriano (muy de su gusto) ligado a las secciones de coro, aspecto en el que él era un especialista,

Por otro lado se encuentran exigentes líneas vocales con bellas melodías cantables que forman parte de una tradición eminentemente italiana. Y por último se advierten brillantes elaboraciones en la instrumentación de los pasajes de orquesta.

Ir arriba

Sobre la puesta

La puesta estuvo a cargo del régisseur Andras Mikó en colaboración con el escenógrafo y vestuarista Peter Makai. La estética que sugiere el contexto de esta ópera es cautivante, y los artistas hicieron (en este sentido) un trabajo más que elocuente para concebir los espacios bizantinos en los que se desarrolla la historia.

Los bocetos

En los bocetos, conservados en el archivo del Centro de Documentación del Teatro Colón, se contemplan los grandes espacios atiborrados de información visual, como si constituyeran un mosaico en sí mismos.

Lo mismo se puede considerar sobre la vestimenta, creada con una meticulosidad tal que asigna distintos estampados (también en estilo de mosaicos) incluso a las prendas de personajes menores.

Diseños de vestuario

mbos creadores trabajaron juntos en otras puestas de La fiamma. Entre ellas se encuentra la realizada en el Teatro de la Zarzuela en 1990 con Montserrat Caballé como Silvana.

Ir arriba