John Adams, galardonado en Música y Ópera en los XI edición Premios Fundación BBVA Fronteras del Conocimiento

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John Adams ha sido premiado por componer “una música que es genuinamente de nuestro tiempo”, según recoge el acta, ha repasado su trayectoria, en paralelo a la evolución de la música contemporánea.

Sobre estos premios

Los Premios Fundación BBVA Fronteras del Conocimiento fueron creados en 2008 para reconocer e incentivar contribuciones de singular impacto, en especial aquellas que amplían significativamente el ámbito de lo conocido, hacen emerger nuevos campos o son fruto de la interacción entre diversas áreas disciplinares, en diferentes dominios de la ciencia, el arte y las humanidades. Su arquitectura en ocho categorías refleja el mapa del conocimiento del siglo XXI: Ciencias Básicas; Biología y Biomedicina; Tecnologías de la Información y la Comunicación; Ecología y Biología de la Conservación; Cambio Climático; Economía, Finanzas y Gestión de empresas; Humanidades y Ciencias Sociales; y Música y Ópera.

Los premios están dotados con 400.000 euros, un diploma y un símbolo artístico en cada una de las ocho categorías.

En sus primeras diez ediciones han recibido el premio 107 personas e instituciones, de las que siete han recibido posteriormente el premio Nobel: Shinya Yamanaka; James P. Allison; Robert J. Lefkowitz; Lars Peter Hansen, Jean Tirole; Angus Deaton; y William Nordhaus. En la mayoría de las categorías se reciben en cada edición entre 50 y 60 nominaciones, procedentes de instituciones académicas, de investigación y artísticas de todo el mundo.

El fallo en cada categoría lo decide un jurado internacional compuesto por expertos de reconocido prestigio en el área, que deliberan con total independencia y a puerta cerrada. Previamente las candidaturas han sido evaluadas por un comité integrado por investigadores del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), una colaboración que se verá reforzada desde la próxima edición con la participación de la Universidad del País Vasco y otros centros de investigación y artísticos del País Vasco.

Discurso de John Adams al recibir el premio

Recibir el reconocimiento de este prestigioso premio Fronteras del Conocimiento al trabajo de toda mi vida es un gran honor, y más aún viendo que tantos de los demás galardonados también son de Estados Unidos.

Ser un artista estadounidense en activo durante esta época especialmente turbulenta y de enfrentamientos en la historia de nuestro país, y que mi música sea reconocida y valorada desde la distancia, en España y Europa, cobra especial significado.

Mirando atrás, cuando estaba empezando en la década de 1960, las inquietudes de los jóvenes compositores eran un tanto egoístas: cultivar un estilo personal y dejar sentado nuestro individualismo a toda costa. Era un periodo en el que escribir música “seria” pasó a ser una actividad intelectual, un acto deliberado de forzar los límites, de experimentación radical, no solo con los materiales de la música, sino también con las facultades de comprensión del oyente. Para los que aspirábamos a ser revolucionarios vanguardistas, el ideal era adoptar métodos fríos y racionales de composición que hicieran la creación artística menos deudora de las emociones para, en cambio, ser el producto de rigurosos sistemas de organización, presumiblemente más en sintonía con la vida moderna. Era el momento en el que aparecieron por vez primera los métodos de composición dodecafónicos, seriales y aleatorios. También fue cuando casi toda la música contemporánea se volvió tan compleja e inaccesible que prácticamente se quedó sin público. Los que amaban a los clásicos —Bach o Schubert o Mahler, e incluso Stravinski— no encontraban ni placer ni significado en la nueva música, que para la mayoría de los oyentes era una impenetrable caja negra.

He intentado en el curso de mi vida creativa recuperar la primacía del sentimiento y de la conexión emocional en mi música. Sobre todo en mis óperas, he buscado maneras de abordar con la música los mitos colectivos de nuestro tiempo, ya sean los de la identidad y aspiración nacionales, o la profunda complejidad psicológica de la experiencia humana.

Me alegra ver que para la generación más joven de hoy, las cuestiones de estilo e individualismo hayan dado paso a la inquietud por la comunicación y el uso de las potentes herramientas emocionales y sensoriales de la música para expresar y encarnar los temas esenciales de nuestro tiempo.

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