Julia Cruz y Marta Eguilior dirigen Beatrix Cenci en México

Resumen de la nota

La ópera Beatrix Cenci de Alberto Ginastera, basada en hechos reales del siglo XIV, narra la trágica historia de Beatrice, quien, tras sufrir abusos por parte de su padre, lo asesina junto a sus hermanos y luego es ejecutada.

Esta obra, que se estrenará en el Palacio de Bellas Artes de México, es relevante tanto por su calidad musical como por su fuerte mensaje sobre la opresión y la justicia.

Bajo la dirección de Julia Cruz y con una puesta en escena de Marta Eguilior, la producción se inspira en el teatro de la crueldad y la obra de Louise Bourgeois, utilizando la escenografía para simbolizar el dolor y la pérdida que sufre la protagonista.

Publicado en TLM

Ver. Marta Eguilior

Dos españolas al frente de la dirección de la última ópera en el Palacio Bellas Artes de México.

La ópera «Beatrix Cenci«, compuesta por Alberto Ginastera en 1971 e inspirada en hechos del siglo XIV, en Roma que relata el acoso y la violación que padeció la joven Beatrice, a manos del conde Francesco Cenci, su padre, quien es asesinado, en venganza y con ayuda de sus hermanos, para luego ser ejecutada.

Esta ópera cuyo estreno tendrá lugar en el teatro más importante de México es una obra fundamental no sólo por su calidad musical, sino también por su relevancia cultural y social.

Es una pieza tremendamente dura y tremendamente necesaria que narra la verdadera y trágica historia de una joven que se enfrenta a la opresión y la injusticia en un contexto de violencia. Su búsqueda de venganza y justicia resuena con las luchas contemporáneas que enfrentan muchas personas en nuestra sociedad.

Presentación de la ópera «Beatrix Cenci»

Días 13, 15, 17 y 20 de octubre | Palacio Bellas Artes de México

Palacio Bellas Artes de México

La valenciana Julia Cruz dirige la Orquesta del Bellas Artes por tercera vez, tras liderarla en una producción 2023 de El Cascanueces y en el estreno absoluto de Ciudad Delirio. Comenta que tanto la música como el canto de Beatrix Cenci responden a una lógica teatral, y que, aun tratándose de un lenguaje de finales del siglo XX, la música es intuitiva, en ocasiones poderosa, en ocasiones íntima.

La ópera “Beatrix Cenci” fue estrenada en Washington D. C. y tras ello ha sido representada en contadas ocasiones: en 2016 en el Teatro Colón de Buenos Aires, durante el año 2019 en la Opera National du Rhin y este mismo año en la Opera Narodowa de Varsovia.

En el caso de esta nueva producción la directora de escena Marta Eguilior se ha inspirado en el teatro de la crueldad, el mundo de la tragedia, la ofrenda de sangre de los antiguos mexicanos y la obra de Louise Bourgeois. Para Eguilior “Beatrix Cenci” habla de heridas, de conflictos familiares y abusos.

La puesta en escena muestra la ablación del corazón como metáfora de la pérdida del alma tras la violación de Beatrix pero a su vez pretende reparar el daño -como hacía la artista francesa en varias e sus esculturas- mediante la presencia de la aguja, del hilo y el ovillo.

Eguilior une la plástica de las celdas de Bourgeois para dar paso a un final en el que “la sangre brota hacia arriba”, el alma rota aún se ve, el corazón arrancado es encerrado y decenas de ojos- conciencia social entonan letanías a la hora de la muerte. Estos ojos “que todo lo ven” como imagen del coro hacen un guiño a su vez tanto a la esculturas “Eye Benches” como al telón repleto de ojos diseñado para estreno de la ópera en 1971.

En las celdas vivimos y también nos escondemos eventualmente, nos apartamos, nos apartan. Las celdas describen la soledad, hablan de los dolores” cuenta un día Bourgeois, y susurran las argucias del miedo, que es otra forma de dolor poderosa, invisible, resumen de todos los dolores que se mezclan y acechan, incluso en el desván de la casa del padre.

De este modo las celdas de Bourgeois, espacio que ha elegido la bilbaína para el transcurso de la historia, se convierten en el elemento esteticista. “Me gusta imaginar el espacio escénico como una bellísima fealdad creando la mímesis de un lugar reconocible por el espectador, pero a su vez, enfrentándolo al propio mundo del dolor pasado. Considero mi elección de estos cubículos, seis, como celdas de la mente, los recuerdos encapsulados de Beatrix. Una suerte de retablo inefable que siempre está ahí”.

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