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Sala vacía por primera vez en ocho décadas
En un auditorio vacío pero con el apoyo virtual de miles de seguidores la Filarmónica de Viena ha ofrecido este viernes un Concierto de Año Nuevo atípico por la pandemia de coronavirus, pero con un mensaje cargado de esperanza y buenas promesas al ritmo de la música de la saga de los Strauss.
Por primera vez en las ocho décadas que lleva celebrándose este recital, la Sala Dorada de la Miskverein ha estado vacía, pero los músicos han contado con el calor de los espectadores a través de una aplicación que ha permitido que más de 7.000 seguidores envíen desde casa sus aplausos.
A pesar de la tecnología, uno de los momentos más tradicionales del concierto, el acompañamiento de palmas en la «Marcha Radetzky«, no ha sido posible debido a la imposibilidad de salvar los 20 segundos de retraso entre el momento en el que los espectadores graban sus aplausos desde casa y su emisión en el auditorio.
Una circunstancia que no ha ensombrecido la emocionante interpretación de la pieza que, aunque siempre fuera de programa, sirve como tradicional fin de fiesta.
Coreografía con sabor español
El italiano Riccardo Muti ha sido el encargado de llevar la batuta por sexta vez, lo que le convierte en el directo vivo que más veces se ha puesto al frente de la Filarmónica de Viena en este evento de Año Nuevo. Muti ha dirigido a la orquesta austríaca en más de 500 representaciones desde que comenzó su relación en 1971.
«Es extraño para nosotros tocar en una sala totalmente vacía», ha reconocido un emocionado Muti durante el recital, pero «seguimos aquí creyendo en el mensaje de la música«, pese a «un año horrible».
Por segundo año, el español José Carlos Martínez ha sido el encargado de idear la coreografía para las representaciones de ballet que se han emitido durante algunas de las obras.
Las piezas fueron grabadas previamente en escenarios como el Palacio Liechtenstein y la Looshaus en Viena.
El recital ha transcurrido de forma fluida, sin altibajos y con breves transiciones entre las piezas, debido a la falta de público.
Entre las obras interpretadas este año siete se han estrenado, entre ellas las dos primeras: «Marcha de la opereta Fatinitza«, de Franz von Suppè, y el vals «Ondas sonoras», de Johan Strauss hijo.
En el repertorio han predominado, como es habitual, los valses y las polcas, con piezas como «Ondas sonoras», «Niko» o «Voces de primavera», todas ellas de Johan Strauss hijo, aunque también se han escuchado composiciones de autores como Josef Strauss, Carl Zeller, Carl Millöcker o Johan Strauss padre.
La música y la cultura, armas de la paz
Fuera de programa no han faltado en los bises, la polca «Furioso» y las habituales «El Danubio Azul» y la citada «Marcha Radetzky».
Antes de concluir el recital, Riccardo Mutti ha lanzado un mensaje en el que ha reivindicado la música y la cultura como armas de paz.
«Los músicos tienen flores en sus ‘armas’, no instrumentos de muerte. Traemos alegría, paz, hermandad y amor. La música es importante no porque sea un entretenimiento, sino porque tiene la misión de hacer una sociedad mejor», ha dicho el directo Muti. El maestro italiano ha añadido que «la salud es lo más importante, pero también la salud mental», y pidió a los gobernantes que no olviden que la cultura es indispensable para crear una sociedad mejor.
La Filarmónica de Viena anunció que el próximo Concierto de Año Nuevo lo dirigirá el director argentino-israelí Daniel Barenboim por tercera vez, después de las ediciones de 2009 y 2014, con la esperanza de que para entonces todo haya vuelto a la normalidad.
El concierto ha sido emitido por la televisión pública austríaca ORF y seguido en directo por millones de personas en 90 países, entre ellos España a través de La 1 de TVE, RNE y RTVE.es.
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