Debuta en la 28º edición del Ciclo de Lied
Para la ocasión ha preparado un programa caleidoscópico que comienza con las Siete canciones de juventud de Alban Berg y, en un salto inesperado y prodigioso, concluye a ritmo de tango con Los pájaros perdidos de Astor Piazzolla.
El lunes 20 de diciembre a las 20:00 horas, el Centro Nacional de Difusión Musical (CNDM) presenta, en coproducción con el Teatro de la Zarzuela, a la soprano holandesa Eva-Maria Westbroek en su primer recital dentro del XXVIII Ciclo de Lied.
El pianista británico Julius Drake la acompaña en tan señalada ocasión con un programa caleidoscópico que comienza con las Siete canciones de juventud de un todavía romántico Alban Berg y, en un salto prodigioso del que participan Richard Wagner, Jesús Guridi y Carlos Guastavino, concluirá a ritmo de tango con Los pájaros perdidos de Astor Piazzolla.
Lunes 20 de diciembre a las 20:00 hs | Teatro de la Zarzuela
Venta de entradas
Las entradaspara este recital, con un precio general de 8 a 35 euros, están disponibles en las taquillas del Teatro de la Zarzuela, Auditorio Nacional de Música, teatros del INAEM, www.entradasinaem.es y en el teléfono 91 193 93 21.
Westbroek es sin duda una de las cantantes de ópera más aclamadas y reconocidas del panorama actual. Aunque se ha especializado en el repertorio wagneriano, domina un amplio repertorio, tal y como demuestran las obras elegidas para su debut en la vigésimo octava edición del Ciclo de Lied, que vuelve apostar por artistas internacionales de primer nivel, especialistas en el género y las voces más punteras de cada especialidad.
No es ningún secreto que, tras su debut hace ahora diez años en el Teatro Real como la protagonista de Lady Macbeth de Mtsensk de Shostakóvich, Westbroek se ganó la admiración y el cariño del público madrileño.
Inesperado final a ritmo de tango
Westbroek defiende una voz de soprano bien distinta a las habituales: fornida, penumbrosa, con cuerpo y densidad, la de una spinto, que anuncia, asimismo, un programa de lo más variado que acompañará desde el teclado su fiel escudero, el pianista londinense Julius Drake, que no desaprovechará la ocasión para lucirse como uno de los acompañantes más acreditados para este tipo de aventuras.
Descorcharán el programa con las Siete canciones de juventud de un Berg aún por definir. La partitura destila influencias de muy distinto signo y alcance: de Schumann a Schoenberg, pasando Mahler y Schreker. Ahí es nada.
Sin salirnos del mundo romántico, el festín musical continúa con una de sus escasas obras para la canción de cámara de Wagner, quien compuso sus Wesendonck-Lieder, basados en cinco poemas de su amante, mientras ultimaba el no menos fogoso primer acto de La valquiria.
Por su parte, Las seis canciones castellanas de Guridi fueron concebidas bajo el hechizo del impresionismo francés y la protectora presencia de Falla. El rico folclore criollo de las canciones de Guastavino nos traslada al otro lado del Atlántico, antes del inesperado broche final a ritmo de tango: las insospechadas páginas Los pájaros perdidos de Piazzolla.
Un programa con sabor latinoamericano
Desde su debut en 1994, Eva-Maria Westbroek (Belfast, 1970) ha actuado en los grandes templos líricos (del Met de Nueva York a la Scala milanesa) y estrenado importantes roles frente al público siempre exigente de los festivales de Aix-en-Provence y Bayreuth, en cuyo escenario debutó en 2008 con una portentosa Siglinda dirigida desde el foso por Christian Thielemann, que la invitó a la Colina Verde más tarde para lucirse nuevamente con el Liebestod de Tristán e Isolda. También ha demostrado una enorme solvencia como soprano verdiano con roles de tonelaje como Elisabetta (Don Carlo) Tosca o Desdémona (Otello).
Las canciones de Jesús Guridi (y también, por extensión trasatlántica, las de Carlos Guastavino y Astor Piazzolla) son un guiño a España. «En el recital que han preparado Eva-Maria Westbroek y Julius Drake podremos comprobar hasta qué punto el casticismo de Guridi es de fina factura, pues las citas populares están manejadas como destilados ecos, leves y acertados caracteres y una felicidad melódica sostenida», explica en las notas al programa el especialista y escritor Blas Matamoro. «El piano juega por su cuenta en un rico discurso de contracanto. Es como la voz diciendo algo que está más allá de las palabras».
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NdeP – Comunicación CNDM