La Oda a Santa Cecilia de Haendel fue estrenada en 1742, aunque había sido compuesta tres años atrás. Su primera representación tuvo lugar en la Musical Society de Londres, asociación que todos los años le dedicaba una nueva pieza de estreno a la santa, patrona de la música.

El dramaturgo, poeta y crítico inglés del siglo XVII John Dryden fue el autor de la letra. Inspirado por sus versos, Haendel pintó en esta pieza un lienzo en el que muestra cómo la música está presente en el mundo desde el comienzo del universo, “cuando la naturaleza se extendía bajo una pila de átomos discordantes”, como el tenor relata en el recitativo inicial de la pieza. Posteriormente, a través de cada uno de los números de la oda, Haendel despliega las propiedades de los instrumentos que aparecen en el escenario, incluyendo, como no podría ser de otra manera en una obra sacra, la voz humana.

En 1790, el barón Van Swieten, apasionado de la música antigua y de la música de Haendel y Bach, encargó a Mozart una versión arreglada de la ‘Oda a Santa Cecilia’ de Haendel.

Antes de reescribir la obra haendeliana, en 1783, Mozart estrenó su ‘Misa en do menor K. 427 en la abadía de San Pedro de Salzburgo. Fue un regalo para su reciente esposa, Constance Weber, la cual actuó como solista en el estreno de la composición. Escrita para coro y solistas con acompañamiento orquestal, sigue las influencias de compositores como Haydn o el propio Haendel. Merece especial atención el guiño que le hace Mozart al compositor barroco, siguiendo el mismo pie métrico en su In Excelsis que el que hiciera Haendel en el ‘Hallelujah’ de su oratorio ‘El Mesías’.

Windu Quartet y Daniel Garay en Suances

El cuarteto Windu, acompañado en la percusión por Daniel Garay, presenta este jueves en el Fuerte Antiguo de El Torco (Suances) un programa de música renacentista titulado ‘Las danzas de la Reina Isabel I’.

Aunque no tiene nada que ver con la estética de ‘Under Construction’, este espectáculo cuenta con algunos elementos escénicos característicos de Windu Quartet, como las proyecciones. En este programa, el cuarteto expone un abanico de danzas lentas y rápidas, con los pies pegados al suelo y con saltos, con coreografías sencillas o complicadas, en grupo y por parejas. “Junto al branle se encuentra la majestuosa pavana, la vigorosa gallarda, el alegre saltarello o la sensual zarabanda”, explican los miembros de Windu.

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