Yo intento hacer flamenco con flamenco
El cantaor Israel Fernández se planta ante el discurso de la sofisticación permanente, ante la idea de que el flamenco tenga que servirse siempre aderezado con algo: como si el género no dispusiera de suficientes especias propias. Este jovencísimo cantaor recoge cantes de hace 70 u 80 años y consigue, curiosamente, un sabor más moderno y más innovador que el de muchos experimentos musicales de la actualidad. Y lo logra sin buscarlo, con un espíritu libre: “A mí la pretensión me estorba mucho, no solo en la música, sino en la vida”.
Fusión de flamenco con flamenco es su nuevo disco Universo Pastora, donde visita los cantes de Pastora Pavón (la Niña de los Peines), su hermano Tomás Pavón y su marido Pepe Pinto. Pastora la Niña de los Peines fue la fuente de la que bebieron genios como Enrique Morente. El mítico cantaor sevillano Pepe de la Matrona contaba que a veces chinchaba a Pastora “na más pa oírle las maldiciones que me echaba, pa oírle el metal de su voz”. La cantaora, en la primera mitad del siglo XX, aunó el legado centenario del flamenco, imprimió en él su personalidad y lo sirvió fresco a las siguientes generaciones.
Israel Fernández, millennial y con prestancia de lord gitano, se paralizó cuando la oyó por primera vez. Tenía solo 14 años y le marcó como le había marcado el rasguño de Camarón. “Pastora es una cantaora del pasado y del futuro, y yo trato de cantarla en el presente”, cuenta. Él conoce a la perfección la geografía de su cante y se acerca a ella con admiración, sin saltarse “ninguna señal de tráfico”. Pero no la imita, prefiere empapar las letras con su propia tesitura vocal, que está llena, al mismo tiempo, de rasgos de los más grandes: Camarón, Porrinas de Badajoz, Manolo Caracol o Antonio Chacón. Fernández sigue la máxima de Paco de Lucía cuando decía que lo importante no era tanto sorprender como conmover; él asume el cante como un mensaje que debe llegar y pellizcar a todos, sean aficionados al flamenco o no. Universo Pastora ofrece bulerías, tarantos, seguiriyas, tangos o fandangos con un sonido austero y redondo. Le acompañan las guitarras de Carlos de la Jacoba, Jesús de Rosario, Johnny Jiménez o Juan Carmona El Camborio, además del zapateado de Sara Baras.
El pronóstico de Carlos Saura
Israel nació en Corral de Almaguer (Toledo) en 1989 en una familia gitana de origen andaluz. El flamenco, en esa casa, era como la tostada del desayuno. Su madre y su abuela despertaron su pasión y no tardó en debutar: ofreció sus primeros conciertos con solo 11 años y grabó su opera prima a los 18. Como buen hijo de la era digital, su trayectoria puede rastrearse por Youtube: ahí están todas las etapas de su cante; desde apariciones en televisión como en el programa de TVE Gente de Primera, al que llegó con 15 años y una voz purísima que lo convirtió en finalista, hasta sus actuaciones con Flamenco Jazz Company o cantes más personales.
Giró por todo el globo con el espectáculo de Carlos Saura Flamenco Hoy, y a estas alturas ya ha compartido tablas con figuras como Raimundo Amador, José Mercé, Arcángel, Sandra Carrasco o Rocío Molina. Cuando Carlos Saura lo conoció, pronosticó: “Creo que se ha convertido en un gran cantaor con un porvenir hermoso”. Hoy se ha convertido ya en un referente en el circuito flamenco.
El flamenco es…
El flamenco es –desde sus orígenes– una amalgama de tradición, mezcla e innovación. Los tres elementos vienen dados por la propia naturaleza e historia de nuestra música: a los cantes que ya formaban parte del repertorio en la segunda mitad del siglo XIX (seguiriyas, soleares, cañas, polos, serranas, tonás…), se sumaron otros tantos que tenían en su origen unas características bien diferentes (malagueñas, tangos, cartageneras, fandanguillos, tarantas, bulerías…). ¿Y cómo seconsiguió esa incorporación y posterior desarrollo? Pues a través de la innovación, que siempre suele venir de la mano de los artistas con más personalidad. Ahí quería yo llegar: a la personalidad.
De unas décadas a esta parte, la personalidad cantaora ha sido un don que ha perdido terreno en favor de otras virtudes: el dominio absoluto del compás, un extenso repertorio de cantes y estilos, manejarse con soltura sobre un escenario, o incluso, tener buena planta y miles de seguidores en las redes sociales. Cuánto no habrá sufrido la tan anhelada personalidad que hasta fue relegada y despreciada por una pléyade de cantaores monocordes y repetitivos, pero eso sí, absolutamente respetuosos con un legado de cantes del que no se podía tocar ni una coma.
Por todo lo anterior, cuando aparece un cantaor como Israel Fernández, de repente se abren las ventanas a la sorpresa y las emociones. Porque es compatible (e imprescindible) investigar en las grabaciones de los grandes maestros del pasado y transmitirlos a las nuevas generaciones de una forma nueva. El riesgo será mayor cuanto más se desee aportar, pero en caso de éxito, la satisfacción y la huella que se deja serán enormes.
En este nuevo trabajo de Israel, el primero en su nueva condición de figura emergente de la que todo el mundo habla, encontramos una emotiva mirada a la Casa de los Pavón, esto es: la fundamental Niña de los Peines, su hermano Tomás Pavón, y su marido Pepe Pinto, pues de Arturo Pavón, el otro hermano, no conocemos grabaciones.
Pastora Pavón es la cantaora. Supo reinterpretar el cante de sus mayores, e incorporar las nuevas músicas flamencas que se desarrollaron en las primeras décadas del siglo XX. A ello le sumó sus condiciones innatas: la musicalidad de su voz (de un timbre y tesitura envidiables), la valentía en la ejecución, o la antes referida personalidad. Todo lo cantó y todo lo hizo maravillosamente bien.
Tomás fue otra cosa. De carácter retraído y poco dado a las servidumbres del artisteo, destiló su arte en reuniones de aficionados, en escasas actuaciones en público, y en un ramillete de grabaciones que son el canon de varias generaciones de cantaores. Pepe Pinto fue tan artista que supo manejarse en el seno de una familia flamenca de primer orden, conservando un lenguaje propio y de gran influencia en su época.
Esta colección de cantes inspirados en los Pavón podría haber sido un homenaje más a tan señera familia, pero no: Universo Pastora destaca por ser un inspiradísimo acercamiento a la obra de varios artistas fundamentales a través del carácter y estilo de un cantaor diferente. Carlos Martín Ballester
NdeP