El director general del Liceu, Roger Guasch, considera que, tras haberse logrado el equilibro económico de la institución, el nuevo Plan de Sostenibilidad deberá diseñar «un teatro de futuro que apueste por la excelencia», mientras las administraciones tendrán que preguntarse «en qué liga quieren jugar».
Guasch, nacido en 1966 a tres calles del Liceu, ingeniero químico y gestor empresarial, fue nombrado director general del emblemático teatro operístico en octubre de 2013, en un momento en que el coliseo hacía aguas, necesitaba ajustes inmediatos y un cambio de rumbo para no ir a la quiebra. En una entrevista con Efe, Roger Guasch reconoce que en aquellos momentos «la verdad es que nadie sabía cómo estaba de números el Liceu, tanto es así que legalmente yo tenía tres meses para presentar concurso voluntario», pues no se podían pagar nóminas ni facturas y se arrastraba una deuda de 16 millones.
Ante esta delicada situación, «lo que hicimos fue diseñar un Plan de Viabilidad donde buscábamos la implicación de todo el entorno Liceu, desde las administraciones a los trabajadores, los abonados y el público en general, para salir de la crisis, y esto es lo que nos ha llevado a un equilibrio económico». Así, en esta pasada temporada los ingresos se sitúan en los 44,8 millones de euros, 7,8 millones más que en la de 2013/14, y se registrará un superávit de unos 242.000 euros, frente al déficit de 3,9 millones de hace cuatro años, en los que el público ha crecido en un 24%.
Guasch ve fundamental que las administraciones –Gobierno, Generalitat y Ayuntamiento de Barcelona– se sigan implicando en el Liceu en los próximos años, pues aún arrastra una deuda acumulada de 13 millones que se va reduciendo con su ayuda y con la mejora de la cuenta de resultados, y que debe devolverse hasta 2025.
La nueva temporada se iniciará dentro del nuevo Plan Estratégico y de Sostenibilidad, que Guasch resume en tres puntos: «Cómo afrontamos el ámbito de la digitalización, cómo consolidamos lo que hemos hecho con la orquesta, el coro y el proyecto social, y cómo diseñamos lo que nos gustaría que fuera el Liceu de la excelencia del futuro». Para diseñar este Liceu del futuro, subraya Guasch, «al final tenemos que preguntarnos qué teatro queremos hacer, en qué liga queremos jugar, y tras esta respuesta se tendrán que ajustar los números».
Un teatro de primera fila
«Lo que no puedes pretender –añade– es ser un teatro de primera fila y no tener presupuesto para estar en primera fila», y cree que ahora, con el fin de la crisis, y con un Liceu en la línea de la buena gestión, es un buen momento para que las administraciones se pregunten hasta dónde quieren apostar con un teatro de referencia internacional. «Yo creo que la respuesta, que vendrá de aquí a un tiempo, debe ser la de tener un gran teatro de referencia en el sur de Europa, junto con el Teatro Real de Madrid», opina Guasch, para quien las administraciones deberían hacer «un poco mas de esfuerzo económico, porque eso te convierte en referencia cultural y pasas a ser el punto de mira de mucha gente de Europa».
«La Scala de Milán, la Ópera de París y la Royal Opera House juegan con tres o cuatro veces más presupuesto que nosotros», señala Guasch y aunque entiende que el Liceu no puede alcanzar esas cifras, cree que se debería hacer «un pequeño esfuerzo» y que las ayudas que han aportado las administraciones para pagar la deuda, continúen después de saldarla «y se inviertan en la parte artística».
«Mentiría si dijera que no falta, que hemos de trabajar en la calidad artística, en el relato artístico», indica Guasch, aunque advierte que ello no puede poner en peligro el equilibrio del Liceu pues «no somos un teatro subvencionado al 80 por ciento, como otros teatros, donde el director artístico puede hacer lo que quiera». Cita en este punto el teatro La Monnaie de Bruselas que, con un alto nivel de subvención, «es referente de un modelo de innovación y hace 7 óperas nuevas cada año», a lo que ahora no puede aspirar el Liceu, pese a recaudar más del doble en entradas, y que debe optar por traer grandes voces y grandes producciones.
Un mundo digital
Roger Guasch advierte que, para alcanzar la excelencia, el Liceu debe estar al día en un mundo cada vez más digital, y avisa que la tecnología ha venido para quedarse en el mundo de la ópera, como se ha visto en el reciente Don Giovanni high-tech, con escenografías en movimiento y en 3D. La tecnología, que ayudará también a comunicarse con el público y a fidelizarlo, es fundamental además para las retransmisiones de óperas en los cines, algo que «te hace estar en el circuito internacional, en el que no puedes no estar», subraya Roger Guasch.
Más allá de lograr el equilibrio económico, Guasch se muestra orgulloso del eje social de la institución, con actividades como el «Liceu a la fresca» que retransmite ópera por todo el territorio, y otro programa que ha llevado al teatro a 4.000 personas que no habían estado nunca, porque «el Liceu debe ser de todos», recalca.
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