Rueda de prensa en el Teatro Real – Indomeo, re di Creta. Una potente declaración antibelicista

Publicado en TLM

Ver: Idomeneo, re di Creta, de Wolfgang Amadeus Mozart en el Teatro Real de Madrid
Ver: Idomeneo en el Teatro Real. Fotografías del segundo ensayo con intérpretes sin caracterizar

El próximo 19 de febrero el Teatro Real estrenará una nueva producción de Idomeneo, Rè di Creta, coproducción con la Canadian Opera Company de Toronto y el Teatro dell’Opera di Roma, donde se presentará posteriormente. La ópera, que estará en escena hasta el 1 de marzo ─9 funciones con doble reparto─, será grabada para su edición en DVD, retransmitida en directo para toda Europa (Radio Clásica y UER) y en diferido por el canal de televisión Mezzo.

La dirección musical será de Ivor Bolton, gran especialista en el repertorio mozartiano, y la dirección escénica de Robert Carsen, quien firma también la escenografía ─junto con Luis F. Carvalho, escenógrafo y figurinista─ y la iluminación, compartida con Peter van Praet.

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Ivor Bolton, director musical

Para Robert Carsen Idomeneo “es una declaración anti-belicista potente, con un final lleno de esperanza: la posibilidad de que una nueva generación traiga el amor y la paz y pueda transformar un mundo infringido por el poder, la guerra y la destrucción”.

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Tenor Jeremy Ovenden (Idomeneo II) y Robert Carsen (director de escena)

El director de escena canadiense traslada las luchas homéricas entre griegos y troyanos, trasfondo original de la ópera, a una isla del Mediterráneo en la actualidad, donde cerca de 170 intérpretes ─miembros del coro y actores─ representan al ejército, a deportados y a víctimas de guerra.

Encarnan al doble cuarteto protagonista los tenores Eric Cutler y Jeremy Ovenden (Idomeneo), y David Portillo y Anicio Zorzi Giustiniani (Idamante); y las sopranos Anett Fritsch y Sabina Puértolas (Ilia), y Eleonora Buratto y Hulkar Sabirova (Elettra)

El Coro Titular del Teatro Real preparado, como siempre, por su director Andrés Máspero, tiene en Idomeneo un papel de gran importancia dramatúrgica y musical, interpretando algunas de las más bellas páginas mozartianas. Junto a él actuará la Orquesta Titular del Teatro Real, de nuevo al frente de su director musical, Ivor Bolton, que dirigirá su 12ª ópera al frente de esta formación.

Rueda de prensa

Martes 12 de febrero a las 12.00 horas, en la Sala Gayarre del Teatro Real con la presentación de Idomeneo, Rè di Creta, de Wolfgang Amadeus Mozart, con la presencia de Ivor Bolton y Robert Carsen, que estarán acompañados por Ignacio García-Belenguer y Joan Matabosch, directores general y artístico del Teatro Real, respectivamente.

El Idomeneo de Rober Carsen

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Robert Carsen sitúa la acción de Idomeneo en el momento actual, en una isla griega del Mediterráneo. El prolongado conflicto homérico entre troyanos y griegos se evoca en una versión moderna con un gran ejército, refugiados, deportados y víctimas de la guerra. “Cuando comienza la ópera, los troyanos son un pueblo derrotado y expatriado: son refugiados prisioneros de los griegos en Creta. Idamante, hijo del victorioso general Idomeneo, libera a los reclusos vencidos e intenta unir las a dos facciones enemigas. Pero mi impresión es que ninguno de los dos bandos lo desea: los griegos nacionalistas, vencedores, no quieren extraños en su tierra; los troyanos, derrotados y humillados, son incapaces de confiar en sus eternos enemigos.

En nuestra producción hacemos referencia a temas que, por desgracia, son cada vez más frecuentes en el mundo en el que vivimos: guerra, exilio, destierro, nacionalismo y odio. Para ayudarnos a comprender el efecto que estas fuerzas negativas tienen sobre los pueblos utilizamos a un grupo humano importante (más de 100 actores que se unirán a los 62 miembros del Coro Titular del Teatro Real).

Idomeneo es una obra maestra de la música coral de Mozart y las situaciones dramáticas que compuso para el coro se encuentran entre las más extraordinarias, por su fuerza y su emoción. Estas masas de gente, que actúan y reaccionan con una sola voz, refuerzan todavía más los conflictos y las pasiones individuales de los personajes.”

La historia de amor de las dos mujeres protagonistas, Ilia y Elettra, que aman al mismo hombre, Idamante, se sitúa en un contexto de guerra, en el que Elettra representa a los vencedores e Ilia a los vencidos. “Aparte de los paralelismos evidentes con el tema de Romeo y Julieta –dos jóvenes enamorados que proceden de bandos opuestos– también hay una oposición de ideologías. Ilia está en un conflicto tremendo: enamorada del hijo del rey enemigo, desea la paz y está preparada para perdonar a los griegos, pero al mismo tiempo siente que si lo hace estará traicionando a su padre muerto, Príamo, y a su tierra, Troya. Elettra siente que Idamante, al enamorarse de Illia, la enemiga de los griegos, la ha traicionado a ella y a su pueblo. Tanto Ilia como Elettra lo han perdido todo ─la patria, la casa y la familia─, y se encuentran en circunstancias parecidas, aunque pertenezcan a bandos opuestos.

Elettra es una mujer joven y apasionada que busca el amor. Lucha por la pertenencia y por la paz, pero el destino es cruel con ella. La sensación general de dislocación en toda la ópera es tremenda. En cierto modo, todos los personajes han perdido sus puntos de referencia, desnortados por la guerra y el dolor. Nadie sabe hacia dónde dirigirse.

La música que Mozart escribe para los cuatro personajes principales es de una gran fuerza emocional, apasionada y de carácter profundamente psicológico, acentuando la sintonía y el contraste de sus pasiones y deseos en dúos, tríos y cuartetos complejos y grandiosos.”

En paralelo con la historia amorosa también aparece un conflicto importante entre padre e hijo, entre dos generaciones y dos modos de comprender el mundo. “Podemos pensar que la relación de Mozart con su padre puede haber influido en la caracterización musical de Idomeneo e Idamante, como una tremenda brecha ideológica y generacional.

Idamante libera a los prisioneros troyanos al principio de la ópera, invocando la generosidad y la integración para el enemigo. La mayoría de los griegos, incluidos Elettra e Idomeneo, piensan que se equivoca. Idomeneo intenta incluso justificar el castigo que Neptuno inflige a su hijo como el de un dios que se opone a las acciones de Idamante. Esta división refleja la contraposición entre la antigua y la nueva manera de pensar: ‘Grecia pertenece a los griegos’ es el pensamiento representado por Idomeneo y Elettra, mientras que Idamante e Ilia aspiran a un mundo nuevo sin guerras, en el que el amor y el perdón sustituyan al odio y al castigo.

Para nosotros Idomeneo es una declaración anti-belicista potente, con una conclusión basada en la esperanza. Al final de la ópera, cuando la voz de Neptuno declara que ha vencido el amor, también dicta que Idomeneo debe abandonar la corona e Idamante debe reinar en su lugar. Aquí nace la posibilidad de que una nueva generación, que traiga el amor y la paz, pueda transformar un mundo destruído por el poder, y la guerra. ¿Será el ser humano capaz de dejar de cometer los mismos errores? Yo creo firmemente que el Idomeneo de Mozart es una de las obras más importantes jamás escritas, una advertencia, un desafío y un faro desde que se estrenó. Ojalá la escuchemos con esperanza, ojalá el amor pueda triunfar…”

Una tragedia clásica releída por un ilustrado

Joan Matabosh

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Joan Matabosch – © A. Bofill

 

Idomeneo es una de las más extraordinarias partituras de Mozart, pero también una de las más problemáticas por la voluntad del compositor de fusionar en un nuevo modelo híbrido la flexibilidad de la tragédie lyrique francesa y el lirismo de la opera seria italiana. Sobre una tragedia de Prosper Jolyot de Crébillon, que en el siglo XVIII compartía honores con Racine, Corneille y el joven Voltaire, Idomenée aborda los temas más característicos del género: la violencia de los dioses en su reivindicación del ámbito de lo sagrado, inflexibles en su exigencia de que se ejecuten sus votos por muchos que sean los inocentes que paguen las consecuencias. Los últimos versos de la tragedia de Crébillon, pronunciados por Idomeneo, son, precisamente: «Dieux cruels! Fallait-il qu’une injuste vengeance, / Pour me punir d’un crime, opprimât l’innocence?».

Los protagonistas de la ópera de Mozart son los hijos de los héroes de la Ilíada, la epopeya que narra la guerra entre griegos y troyanos que acabó con la destrucción de Troya. Sangrante todavía la devastación provocada por aquella extenuante disputa armada, se enfrentan otra vez sus descendientes en una isla de Creta convertida en un campo de refugiados a la espera del regreso del rey Idomeneo, que acaba de formar parte del círculo selecto de capitanes que ha dirigido el ejército griego y que aparece mencionado en la Ilíada como uno de los más valientes.

Los troyanos que han logrado sobrevivir a la masacre griega se encuentran prisioneros en Creta, afligidos por su destino, sufriendo con resignación su derrota y humillación. Pero Idamante, el hijo de Idomeneo, ha caído enamorado de la hija del rey troyano Príamo, Ilia, escapada de milagro del sitio de Troya tras los saqueos, incendios y violaciones de los griegos. Ha dejado atrás a toda su familia asesinada, abatida y sin patria, pero se mantiene ajena al impulso de venganza o de ajuste de cuentas hasta el punto de enamorarse ella también del hijo de su peor enemigo.

Ante este amor incomprensible arde de indignación Elettra, hija del monarca griego Agamenón, que también aspira a la mano de Idamante y que cree tener mejores credenciales políticas por pertenecer al bando de los vencedores. Mozart describe a Elettra con una música violenta y agresiva, atormentada por sus excitados sentimientos, encarnación de desorden, celos, venganza, cólera, fuerzas irracionales y arcaicas, sin domesticar, que se oponen al espíritu sosegado de la ilustración. Sin embargo, Mozart también establece paralelismos emocionantes entre Ilia y Elettra, dos mujeres que lo han perdido todo, incluidas sus familias; que han llegado a Creta, la primera como prisionera y la segunda como refugiada, y que están enamoradas del mismo hombre. Pese a lo mucho que impresionan esas arias violentas y perturbadas de Elettra, lo cierto es que la mayor parte de su música se encuentra muy cerca del melodismo triste y resignado de Ilia. Por mucho
que Elettra se haya opuesto, junto a muchos de los victoriosos griegos, a la decisión de Idamante de liberar a los prisioneros troyanos y mostrar, sobre sus enemigos, generosidad, magnanimidad y respeto, la música de Mozart deja claro que estas supuestas enemigas tienen mucho en común.

Así las cosas, ha finalizado la guerra e Idomeneo está regresando a Creta. Durante el trayecto, una terrible tempestad amenaza con hacer naufragar la embarcación. Atemorizado, Idomeneo jura al dios del mar, Neptuno, que si lo salva de la muerte le sacrificará la primera criatura viva que encuentre al llegar a tierra. Para su desgracia, esa criatura será precisamente su hijo Idamante, que ha salido a recibirlo con una profunda emoción. La ópera narra cómo Idomeneo lo intenta todo para evitar tener que asesinar a su propio hijo, incluso enviándolo a Argos con Elettra para recuperar el trono perdido tras el matricidio de Clitemnestra. Pero ese intento de engaño de Idomeneo –que intentaba escapar a su suerte– indigna a Neptuno, que envía a las playas de Creta un monstruo marino que siembra el horror.

El sacrifico ritual del primogénito, de gran tradición bíblica y clásica, simbolizaba en los textos clásicos la impotencia del hombre ante el destino y se resolvía con la muerte trágica de la víctima, como es el caso, por ejemplo, de Ifigenia, sacrificada por Agamenón tal como explican dos tragedias de Eurípides, una de Goethe y dos óperas de Gluck. Aquí, por el contrario, un dios tan ilustrado como los intelectuales del siglo XVIII acabará por perdonar el funesto voto. Y, de la misma manera, esa confrontación entre dos pueblos que en la Ilíada adquiere una virulencia bélica sangrante que solo puede culminar en un cataclismo, en Idomeneo se resuelve a través de la sensibilidad ilustrada característica del siglo XVIII, que hace prevalecer el amor al odio y la conciliación a la venganza. El alegato humanista de la ópera resuena en la actualidad con una contundencia singular ante esas imágenes de refugiados que escapan a través del Mediterráneo de guerras y de destinos muy similares a los que intuyó Mozart hace más de doscientos años.

Idomeneo es, en definitiva, una lectura ilustrada de una tragedia clásica. El antagonismo entre pueblos y entre víctimas de conflictos bélicos enmarca ese amor de Idamante e Ilia separado por la discordia civil. Pero lo que en la Ilíada se resolvía con la destrucción de Troya, aquí se dirimirá con la reconciliación de los dos pueblos enfrentados y con el casamiento catártico de la troyana y el griego, que hace ceder incluso al implacable Neptuno. Como en las tragedias de Racine, el pleito se vuelve contra el acusador. «Todo Racine está contenido –escribe Roland Barthes- en este instante paradójico en que el niño descubre que su padre es malo y sin embargo quiere seguir siendo hijo suyo. Para esta contradicción sólo hay una salida (y es la tragedia misma): que el hijo tome sobre sí la falta del padre». Eso es, en el fondo, lo que hace Mozart ante su padre Leopold, que le había robado la niñez exhibiéndolo en todas las cortes reales europeas como una atracción circense pero que, al mismo tiempo, había sido una influencia decisiva en su formación y en el desarrollo de su talento sobrehumano. Hay en Idomeneo resonancias profundas de ese Mozart joven que está buscando su camino, que reclama más independencia a su padre, que ve a su progenitor como un Abraham que está dispuesto a sacrificarlo, a la manera de ese Idomeneo que no puede escapar al destino de aniquilar a su propio hijo.

Y Mozart se ve a sí mismo como el único que puede resolver el conflicto generacional a la manera ilustrada, medio agradecido y medio indignado cuando toma conciencia de lo que su padre ha hecho con él. Por eso Idamante acepta, con magnanimidad y coraje, ser sacrificado a Neptuno, ser la víctima del juramento que ha hecho su padre para sobrevivir. Robert Carsen nos mostrará que el monstruo marino que ha enviado Neptuno es el mismo Idomeneo, que siente íntimamente –o así lo teme Mozart– la necesidad de destruir a su hijo para preservarse él mismo. Pero el gesto de Idamante de asumir sobre sí mismo la falta del padre cerrará el círculo. Idomeneo cederá el trono a su hijo para que gobierne Creta junto a Ilia, la hija de sus enemigos. Un dios ilustrado perdona la promesa, marca un camino de acercamiento generacional, impone la reconciliación entre los enemigos y retorna la paz al reino.

Joan Matabosch es el Director Artístico del Teatro Real

NdeP – Teatro Real – Dpto. de prensa | Press Office

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