Toda La Música entrevista a Pepe Mompeán, asesor musical de la Comunidad de Madrid

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Pepe Mompeán, asesor de música de la Dirección General de Promoción Cultural de la Comunidad de Madrid, es alguien bien conocido que no necesita presentación, aunque quizás sí fuera del ambiente cultural, motivado por ser una persona que hace gala de bajo perfil.

Profesional independiente en diseño de proyectos culturales y planificación estratégica, como le gusta definirse, ha sido el encargado de la dirección y programación del Festival Clásicos en Verano y del Festival Internacional de Arte Sacro desde 2016.

Después de semejante lapso de tiempo, y en época de balance, es bueno aprovechar este contacto como una oportunidad, para consultarle sobre cómo analiza su propia gestión, al tiempo que explica la génesis de algunas decisiones.

Un balance suele hacerse como en este caso, cuando la gestión ha sido notablemente exitosa como todos hemos podido comprobar, pues en caso contrario es algo que carecería de interés. Usualmente los fracasos no atraen la atención del público.

La entrevista

TLM. Festival Clásicos en Verano. Viendo el archivo histórico de pasadas ediciones se percibe un cambio abrupto en el momento que usted asume como responsable.

Además de un cambio estético notable, se nota que la programación pasa de las apuestas seguras y habituales para el público de siempre; a arriesgarse con músicos más jóvenes, sobre todo españoles. Un festival debería ser como un gran congreso de móviles, donde el que asiste desea hacerlo para sorprenderse y ver cosas nuevas que no ha visto antes.

¿Si nuestra visión es correcta, cuál fue su motivación? ¿Ampliar el abanico de público objetivo? ¿Ofrecer oportunidades a jóvenes talentos? ¿Arriesgar con los encargos y estrenos absolutos? ¿Una corazonada? ¿Todo junto?

P.M. Antes de nada, muchas gracias por vuestro interés en entrevistarme y por la amable descripción previa.

Cuando me incorporé a este trabajo en agosto de 2015, lo primero que hice fue presentar varios documentos de carácter estratégico en los que analizaba los dos festivales que dependían de la Asesoría de Música.

En estos informes ya señalaba varias cuestiones a mejorar, así como los objetivos y la orientación que quería dar a ambos ciclos; y todo lo que mencionas estaba reflejado ahí.

Era necesario apoyar claramente a una extraordinaria generación de músicos españoles que en ese momento eran casi invisibles para otros programadores. También ampliar la programación a otros lenguajes musicales y llegar a públicos diferentes.

Decidimos apostar desde el primer momento por producciones propias, encargos que nacieran en el festival y que nos permitieran construir una fuerte identidad propia en torno a nuestra programación, al mismo tiempo que fomentáramos la creación actual.

Ha sido un trabajo que puede definirse como culminado este año con la última edición del FIAS, en la que presentamos 60 conciertos de los que 38 habían sido encargos propios del festival, proyectos que nacieron conceptual y musicalmente entre mi cabeza y la de los músicos que los hicieron realidad; y a esto puedo agregar que ésta es sin duda la parte más creativa y divertida de este trabajo.

TLM. Los medios de comunicación, a través de las sucesivas ediciones, utilizan reiteradamente la expresión “una espectacular programación que sigue creciendo en calidad…” Expresión peligrosa si las hay, pues se suele ser muy cruel en las críticas y no se acepta lo que se considere como el menor retroceso. ¿Era usted consciente de que semejante visión lo obligaba a superarse de edición en edición?

P.M. Agradezco muchísimo el trato que nos ha dado la crítica en estos cuatro años, en que han sido testigos de los maravillosos momentos que nuestros músicos nos han ofrecido en numerosos conciertos y también nos han ayudado a crecer en estos cuatro años, a transmitir y consolidar esa positiva sensación que se tiene en el sector de la música con el trabajo que hacemos desde la Consejería.

TLM. Desde nuestro punto de vista, usted ha transformado el concepto musical de lo sacro, con éxito más que evidente, y con decisiones sobre las que es fácil decir “¡cómo no se me ocurrió antes!”, una vez que otro lo hace. Pasar de lo litúrgico, que, si bien tenía un público respetable, aunque residual, al concepto de sagrado, trascendente y místico, fue un movimiento audaz; ya que las decisiones equivocadas generan la pérdida del público que se tenía, al tiempo que no se consigue uno nuevo y/o alternativo, pero no fue su caso. ¿Contaba usted con elementos o indicios que lo mostraban como una jugada segura? ¿Hubo mucho de intuición, o estuvo obligado porque analizó que de seguir por el camino habitual iba hacia la intrascendencia del ciclo?

P.M. Pues un poco de todo, la verdad. Era algo que también contemplaba en los informes que presenté.

En el caso del FIAS tenía claro desde el principio que era necesario abrir el concepto de lo sagrado más allá de lo estrictamente religioso, y mi experiencia y formación como arqueólogo me ha acercado a temas cercanos a la antropología y la semiótica que me siguen interesando mucho.

Y este festival era una fantástica oportunidad para mostrar esa visión más universal sobre los grandes temas de la humanidad que todavía hoy nos permiten transcender. Además, al abrir ese espectro nos encontramos con incontables posibilidades a la hora de programar, que fue lo que nos ha permitido embarcarnos en proyectos muy atractivos y diferentes en estos años.

TLM. ¿Qué pensó y por qué motivo decide usted dar un paso más, y cambiar la definición de “clásico” para incluir jazz, flamenco y géneros fronterizos?

P.M. Es un paso que era y sigue siendo completamente natural, pues en mi visión como espectador y programador no hay fronteras.

A mí me gusta la música que realmente me emocione y no estoy condicionado o limitado por un determinado estilo o lenguaje. No se trata tanto de cambiar la definición de “clásico”, sino de disfrutar de la música de verdad sin querer ponerle etiquetas.

Yo lo he hecho así siempre y hemos encontrado en estos cuatro años un público que responde igualmente a ese perfil; un público formado por espectadores que no preguntan qué tipo de música hace tal artista, sino que vienen a dejarse atrapar y seducir.

Ha sido un público que confió en lo que ofrecía nuestra programación y que en el FIAS, por ejemplo, igualmente abarrotaron las iglesias con un programa litúrgico del siglo XVIII; así como completaron el aforo de los teatros donde se presentaron propuestas más experimentales.

En uno y otro caso, hay un denominador común que sigue siendo único para todos estos conciertos, y es la suma imbatible de calidad, belleza, pasión y novedad que a nadie que estuvo presente allí dejó indiferente.

TLM. Ya sea el caso de Clásicos en Verano o en Arte Sacro, hay un común denominador en cuanto a dotar a cada edición de lo que usted denomina relato. Quizás por su formación académica haya sido entrenado para buscar sentido a los restos presentes uniéndolos y explicándolos con la historia. ¿Es esa motivación lo que da razón de su voluntad de unir música, arquitectura e historia en un mismo evento?

P.M. Es cierto que estoy acostumbrado a trabajar de esa manera. Como historiador, como arqueólogo o como cuando he tenido que diseñar exposiciones o proyectos museográficos, uno de los aspectos fundamentales siempre era construir previamente un relato sólido y atractivo que se entendiera bien y que diera sentido a todos los contenidos mostrados.

En este sentido, un festival no es algo diferente o no debería serlo. No se trata simplemente de sumar conciertos, rellenar un calendario y apurar un presupuesto.

Lamentablemente, y lo digo sobre todo como espectador, en España ha habido una inercia habitual basada en ese modelo, en esa manera de programar tan monótona y tan previsible. Para mí, que no me interesa en absoluto esta forma de trabajar, estos cuatro años han sido una fantástica oportunidad para demostrar que se puede transformar un festival y convertirlo en un evento de enorme éxito aplicando estos criterios.

TLM. Se toma al período de su gestión como un ciclo brillante, así sin exagerar; y se agrega que su presupuesto era más que modesto y su equipo, mínimo.

¿Si confirma lo del presupuesto y el equipo, cómo es que logró llevar adelante semejante tarea? La energía que hay que invertir, no se crea, sino que o sale del dinero, del entusiasmo, de la pasión… ¿Cuál fue su caso? Lo pregunto porque es sin duda una gesta épica.

P.M. Yo cambiaría irónicamente lo de gesta épica por gesta ética. En serio, no creo que mi trabajo en estos cuatro años haya sido tan extraordinario, sinceramente, y pienso que es lo que se le debería exigir a alguien que acepta un cargo público con estas responsabilidades y con estas enormes posibilidades. Es un trabajo que debe verse como un verdadero regalo si se quiere hacer bien y disfrutar de ello.

Si bien es cierto que de mí depende personalmente el día a día de la Asesoría de Música, que incluye no solamente la programación y el seguimiento de los cerca de 250 conciertos que ofrecemos al año, sino otras labores como las convocatorias de subvenciones o la RED de Teatros; el hecho es que en la Consejería hay un magnífico equipo (comunicación, administración, contratación, por poner algunos ejemplos) sin el que sería imposible llevar a cabo todo lo que se ve después en los festivales.

TLM. Apostando a lo que para todos nosotros es el paisaje más deseable, refiriéndome a su continuidad, y con el ánimo de que se explaye, le pregunto… ¿Cómo enfrentaría el reto de la mejora constante que pide el público sin piedad? ¿Tiene algún proyecto medianamente ideado y que marque una diferencia cualitativa para unos próximos cuatro años?

P.M. En el caso de que pudiera continuar al frente de la programación de estos festivales, algo que no depende de mí, puedo asegurar que el reto lo seguiré teniendo conmigo mismo antes que con nadie.

Es que el peor para presionarme sin esa piedad que mencionas soy, igualmente, yo mismo, ya que estoy acostumbrado a trabajar de esa manera y con ese nivel de auto exigencia.

Por otro lado, ya he dicho que esto es lo que se debería esperar de alguien que se hace cargo de este tipo de responsabilidad en una Administración Pública. Por eso, solamente puedo enfrentar ese futuro como lo he hecho siempre, tratando de tener las mejores ideas posibles, exigiéndome mucho e implicándome más.

Tengo bastante avanzada la programación del próximo FIAS, que dejaré entregada a la persona que me sustituya si eso sucede, y creo que mantiene el rumbo ascendente de lo programado hasta ahora. Y ante la vista de los posibles cambios, no hay más planes en perspectiva.

TLM. Viendo este vídeo, que por cierto es de una limpieza y pulcritud notable, habiendo confirmado que usted participó en la programación de El Año Lorca, y de las correspondientes sub secciones en los festivales de Verano y Arte Sacro, y siendo un claro ejemplo del concepto de relato al que usted acostumbra echar mano, pregunto: ¿Cuál es el proceso típico para montar este relato que con música, historia y lugares, nos sumerge en vida y obra de personaje tan importante de nuestro pasado común? ¿Cómo hace que esto sea posible y vea la luz con resultado mucho más que digno, con presupuesto y equipo escaso, como supongo?

P.M. Muchas gracias por el comentario sobre el vídeo, ya que es una excelente muestra de la visión que he intentado trasladar en esta entrevista. Lo que podemos escuchar es una música maravillosa que fluye de manera natural sin dejarse atrapar en un determinado estilo.

Si alguien me preguntara qué tipo de conciertos acoge el FIAS, le pediría que viera este vídeo, pues traduce perfectamente el espíritu y la identidad de lo que hemos tratado de construir en estos cuatro años. Al mismo tiempo se ve también el extraordinario talento de los músicos españoles, que me han permitido además establecer una complicidad con ellos sin la que no hubiera sido posible conseguir todo lo alcanzado.

En cuanto a la metodología que empleo, no hay muchos secretos, y el principal es estudiar en detalle el tema que se quiere abordar, como Lorca en este caso. Tratar de encontrar alguna vinculación con la música que nos permita desarrollar esa idea encontrada, en un concierto.

Sin embargo, es deseable intentar evitar las conexiones más evidentes si es posible, y buscar a los músicos más adecuados para poner en marcha estas posibles ideas. Hablar con ellos para desarrollar en común las posibles líneas a seguir, trabajar con criterio, trabajar con pasión; volver al principio y seguir trabajando.

Año Lorca 2019.
Selección de las canciones populares antiguas que recopiló Lorca

Más información

Festival Internacional de Arte Sacro
Festival Clásicos en Verano

Nuestro agradecimiento a Pepe Mompeán por su natural amabilidad y buena disposición para satisfacer nuestro pedido.

 

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