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Triunfo de los solistas y los coros en una noche para la historia
El Festival de Granada ha superado una de las mayores adversidades de su historia. Pese a la pandemia, ha logrado programar la edición de este año.
Es un mérito que debemos de adjudicar a su nuevo director, Antonio Moral, que nada más llegar al cargo se ha visto en la compleja tesitura de con muy poco tiempo, organizar una serie de espectáculos acordes con la nueva situación, cuando ya esta 69 edición, debida en gran parte a su antecesor, Pablo Heras-Casado, había sido incluso presentada. La reorganización ha sido brillante.
Moral ha saldado la dificultad de manera entusiasta y acertada, acreditando las dotes de gestor cultural que ya avanzaban su biografía. El primer concierto fue anoche y no quiso estar ajeno a la situación que estamos viviendo. Un espectáculo benéfico, que tuvo como destinatarios a Cáritas y el Banco de Alimentos, y en homenaje a las víctimas del Covid 19.
Las naves de la Catedral granadina acogieron la interpretación del Requiem de Mozart. La elección de la partitura cabe ser calificada como muy afortunada. Es una de las grandes obras de todos los tiempos y por su carácter, acorde con el talante que requieren el mencionado homenaje a quienes han sido víctimas de la pandemia.
Desde el punto de vista escénico y pueden observarlo en las fotos que acompañan esta crónica, ya era un acontecimiento llamativo. Los componentes de la orquesta, mucho más separados de lo habitual, se situaron ante el altar mayor, los coros en los laterales, los solistas en las tribunas de uno de los majestuosos órganos barrocos del templo metropolitano y el público de acuerdo con un aforo reducido. Todo atendiendo a las normas sanitarias y los más singular, abundancia de mascarillas entre los presentes.
La orquesta
En cuanto al resultado artístico, siempre merece el aplauso por el esfuerzo realizado por los intérpretes, después de tanto tiempo sin actuar en público, aunque requiere también el análisis. La formación musical elegida fue la Orquesta Ciudad de Granada.
Los instrumentistas lo tenían complicado. Su disposición no era la usual, debido a la separación exigida, el sonido de la Catedral no es fácil y tantos días sin poder conjuntarse, pueden pasar factura. Por tanto, hay que agradecerles su esfuerzo.
Los coros
Sobresalientes estuvieron los dos coros, me refiero al Coro de la OCG y al Joven Coro de la OCG. Debe ser difícil cantar con mascarilla, como hicieron algunos de sus componentes. El trabajo del director Héctor Eliel, muestra el talento de este gran músico. Los coralistas, junto a los solistas, triunfaron en una noche repleta de emociones.
Los solistas
El cuarteto vocal fue de máximo nivel. Un elenco a la altura que merece una cita como la granadina. Katharina Konradi es una soprano de máximo rango y lo acreditó. Curioso que el papel de mezzo, atribuido muchas veces a una voz femenina, fuera para un contratenor, Carlos Mena, que estuvo brillantísimo, genial.
El bajo Carlos Álvarez, que no tiene esta obra en su laureado repertorio, actuó de forma imponente. La suya es una de las grandes voces del panorama lírico. El tenor Xavier Anduaga, que como el resto de sus compañeros proyectaba la voz desde los mencionados órganos, también estuvo a la altura requerida.
El director
Todos estuvieron bajo la batuta de Andrea Marcon en su despedida como Director Artístico de la orquesta granadina. Este fue el último recuerdo que nos ha dejado, atreviéndose con un propuesta compleja. Poco hemos disfrutado durante estos años, del talento de este renombrado intérprete. Nos quedará el recuerdo de su amabilidad y el cariño demostrado por la orquesta.
Lo más importante, es que la gran música volvió a sonar en el Festival de Granada. Las acciones emprendidas por su nuevo director, Antonio Moral, nos hacen esperar unos años repletos de éxitos de resonancia internacional, para esta gran cita con la cultura.