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Jugando con el tetris de Rossini
Las intrigas, embrollos, trapisondas y divertidos enredos de El barbero de Sevilla que G. Rossini puso en canto y música a partir del texto del genial Beaumarchais, siguen desplegando un potencial portentoso para llevar la pasión de la ópera al corazón de las audiencias más jóvenes.
Todo el mundo entiende y accede al mundo dinámico y disparatado de El barbero de Sevilla, ya sea a sus capas de lectura más aparentes y superficiales o a los muchos dobles sentidos y metáforas que se esconden bajo el primer plano de su historia jocosísima.
Miércoles 27 y jueves 28 de diciembre | Teatro de la Maestranza
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Y seguramente eso ocurre así porque las tensiones entre las dos generaciones enfrentadas en El barbero de Sevilla, con sus diferentes deseos, ambiciones y maneras de ver el mundo, son analizadas por Rossini con un filtro de ironía que las desnuda y las vuelve más tiernas y vulnerables.
El Real Teatro de Retiro de Madrid, en un espectáculo coproducido con el Teatro de la Maestranza con dirección musical de Rubén Sánchez Vieco y escénica y dramatúrgica de Rita Cosentino, vuelve a apelar al humor y a la comicidad para contarnos, otra vez, un nuevo Barbero, que es esa clase de personaje operístico que atraviesa los siglos con una capacidad de modernidad y adaptabilidad a los cambios históricos y sociales realmente sobresaliente.
Con la participación de jóvenes cantantes del programa CRESCENDO de la Fundación Amigos del Teatro Real, y en un espectáculo concebido para todos los públicos a partir de 8 años, el Maestranza nos invita a disfrutar como niños desmontando ese tetris de inagotables aristas y posibilidades llamado El barbero de Sevilla.
Sobre la obra
El barbero de Sevilla, de Gioachino Rossini | Jóvenes audiencias
Basada en la obra del genial Beaumarchais, su argumento dinámico y disparatado encierra algo mucho más interesante que lo que muestra en primer plano. La obra se desarrolla sobre una sucesión de hechos que rozan lo surrealista, contraponiendo a dos generaciones en sus deseos, ambiciones y en sus maneras de ver el mundo; pero Rossini se sitúa más allá del margen de la crítica social, para inclinarse a favor de la comicidad de los personajes llevando esto a su máxima expresión.
Rossini muestra a sus personajes tal cual son, con sus miserias (muchas) y sus aciertos (elementales), poniendo en práctica como nadie el recurso dialéctico más poderoso para explicar la realidad de las cosas: la ironía. Una ironía que no sólo está en el texto sino que está sobre todo en la música, en las melodías y en el color de las aparentemente sencillas combinaciones instrumentales.
¿Es el amor realmente el motor de esta historia? Sí, pero no es el único.
Los personajes se confrontan entre sí a través de sus motivaciones, de sus vanidades y de los caminos que tejen para alcanzar aquello que desean; están los que andan por la vida sacando tajada de todas las situaciones (Fígaro), los que intentan conseguir lo imposible para su beneficio (Bartolo), los que se convierten en cómplices silenciosos a favor de unas monedas en el bolsillo (Basilio) y los que “despejan” el camino con ayuda de ciertos artilugios para llegar al fin deseado (Conde de Almaviva).
Es así, como la obra resulta enormemente moderna en muchos aspectos y uno de esos aspectos se revela en la persistente presencia del dinero, un dinero que lo compra “casi” todo, salvo el amor.
Este aspecto material no resulta lejano a aquello que sucede en este mundo moderno; sin embargo, la fuerza del amor sincero se impone triunfando sobre cualquier especulación.
Acercar esta ópera al público joven significa pensar un imaginario en el cual ellos puedan identificarse, tanto con los personajes (prototipos y referentes de su mundo) como con las temáticas que circulan, rescatando en la propuesta aquellos valores que se contraponen al mundo material, es decir, aquellos que nos hacen más humanos.
Todos estos personajes habitarán en una Sevilla recreada y atravesada por una mezcla entre el estilo “local” y la caracterización exagerada; la escenografía compuesta por unos paneles móviles dibujados en su dorso y en su anverso, irán construyendo de manera ágil y dinámica, a modo de rompecabezas, los espacios interiores y exteriores por cada escena.
Los personajes habitarán esta Sevilla de “fantasía” asumiendo el carácter de unos prototipos de fácil identificación como el Conde de Almaviva, que se convertirá en un famoso cantante del mundo del rock-pop por el que las jóvenes como Rosina mueren de amor y admiración.
Fígaro no es otro que un listo sevillano, peluquero modernísimo, que siempre está dispuesto a ayudar tanto en los cabellos como en la vida, pero por supuesto, a cambio del pago por sus servicios. Mientras que Bartolo es un médico de medio pelo de antiguo método, en cuyo consultorio Rosina ejerce de secretaria de la cual está “enamorado”, aunque todos sabemos que su corazón sólo late por otros motivos más materiales.
A Rosina le fascina cantar y por ello Bartolo, para ganarse su simpatía y su “amor”, le paga las clases de canto a cargo de un rancio y anticuado profesor de música, Basilio, al cual ella en realidad no hace el menor caso.
Rosina es una joven ágil y astuta que espera enormemente enamorarse e irse lejos de su ciudad dejando así de trabajar en el consultorio y sacarse de encima definitivamente a Bartolo.
El equipo artístico para esta propuesta responde al objetivo de poder elaborar una nueva mirada estética sobre esta ópera, conjuntamente hemos pensado este universo en el cual no sólo el público joven sino toda la familia pueda encontrar en este espectáculo su “puerta de entrada” al mundo de la ópera con una puesta ágil, cercana y colorida.
Por Rita Cosentino
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